Sistemas y aparatos
Santiago Herrera Andrés
27 de diciembre
El organismo de los seres humanos debe su correcto funcionamiento a la coordinación de los diferentes aparatos y sistemas por los que está formado. Gracias a la actuación de estos, los humanos realizamos las funciones vitales, que son nutrición, relación y reproducción.
Si nos centramos en cuales son los aparatos y sistemas que participan en cada una de las funciones vitales, nos damos cuenta de que para la función de nutrición interviene el aparato digestivo, respiratorio, circulatorio, excretor y además el sistema linfático. Mientras tanto para la función de relación participa el sistema nervioso, el endocrino, además del aparato locomotor formado por el sistema muscular y el sistema esquelético. Por último en la función de reproducción participa únicamente el aparato reproductor, donde diferenciamos el masculino y el femenino.
En esta entrada voy a hablar más en profundidad del proceso de digestión realizado por el aparato digestivo, que como ya he mencionado coopera con otros aparatos para llevar a cabo a función de nutrición. El aparato digestivo se define como un tubo hueco que está abierto por sus extremos, por las partes que conocemos como boca y ano.



El alimento entra por la boca, donde tiene lugar una digestión tanto mecánica como química. La digestión mecánica es llevada a cabo por los dientes con la ayuda de la lengua, la cual contiene las papilas gustativas capaces de diferenciar los sabores de los alimentos que ingerimos. Por otra parte, la digestión química en la boca ocurre gracias a la acción de las glándulas salivales, las cuales vierten saliva en la boca para hacer posible el paso del alimento a bolo alimenticio. Esto ocurre gracias a la presencia de enzimas en la saliva, como es el caso de la amilasa la cual rompe el almidón presente en los vegetales. Este bolo alimenticio pasa a través de la faringe hacia el esófago gracias a que la epiglotis que se encuentra en la faringe evita el paso de este a la laringe.
El bolo alimenticio baja por el esófago gracias a los movimientos peristálticos hasta llegar al estómago, donde tiene lugar una digestión química y en menor importancia mecánica. Aquí, la pepsina procedente del pepsinógeno hidroliza las proteínas en un medio ácido. Además, en el estómago el bolo alimenticio se une con los jugos gástricos y otras enzimas para dar lugar al quimo. Este sale del estómago por el píloro y llega al intestino delgado.
En el primer tramo del intestino delgado, llamado duodeno, el quimo se une con los jugos pancreáticos procedentes del páncreas, que es una glándula mixta, con la bilis segregada por el hígado y almacenada en la vesícula biliar, además de con los propios jugos intestinales. De esta mezcla surge el quilo, cuyos nutrientes serán absorbidos por las vellosidades y microvellosidades de los tramos de yeyuno e íleon.
Por último lo que resta del alimento pasa al intestino grueso, donde se absorben el agua y las sales minerales de aquello que no ha sido absorbido por el intestino delgado, para que de esta manera se puedan expulsar los desechos en forma de heces. Además, en el intestino grueso encontramos la flora bacteriana, cuya función es de digestión además de protección contra bacterias. Una de las bacterias más famosas es Esterichia coli. Nosotros le damos alimento y ella nos ayuda a la formación de heces y a la producción de algunas vitaminas. El final del proceso digestivo llega cuando las sustancias de desecho son expulsadas en forma de heces por el ano.